¿Cómo ejercer en forma correcta un liderazgo basado en la ética?

Liderazgo Ético
Una visión en busca del cambio. 

Cuando hablamos de ética y de liderazgo, no podemos concebirlos como conceptos separados, sino todo lo contrario, son conceptos que identifican líneas de acción que siempre deben ir de la mano, con el objetivo de que el ejercicio de ese liderazgo se haga en miras de respetar los criterios  de justicia y prudencia en esa toma de decisiones, que pretende alcanzar los objetivos personales y comunes de una misma institución u organización. Ambos conceptos deben interrelacionarse, de manera que se gestione un cambio de visión, una búsqueda de  sentido social y humanidad, ante las constantes situaciones del diario vivir, que se generan en la sociedad. Buscando y formado una cultura ética en la que se desarrollen habilidades básicas para sustentar una dinámica innovadora de los procesos y de la gestión de las emociones y los pensamientos.

En ese sentido Delgado (2004) afirma que, la primera idea que hoy está suficientemente clarificada es que no es lo mismo ser un buen gestor o un buen jefe que ser un líder, términos que con frecuencia se identifican. (p. 195). Por ello es necesario recalcar que ser un buen líder implica reconocer que algo con lo que probablemente no se nace, pero que se puede gestionar en el proceso. De manera que se logre influenciar de manera asertiva y positiva en un grupo, es una cualidad que se puede incentivar, siempre que se permita el espacio para ello. Pero si es importante reconocer que se necesita de conocimiento y habilidades profesionales, tanto interpersonales como intelectuales, como un medio de respaldar la iniciativa de generar cambios innovadores. En síntesis, se podría definir el liderazgo como la función de dinamización de un grupo o de una organización para generar su propio crecimiento en función de una misión o proyecto compartido (Delgado, 2014. p. 196)

El liderazgo puede verse como una mega competencia, que requiere de otras competencias secundarias, tales como la empatía, la capacidad de inspirar, conocimiento, gestión del conflicto, sensibilidad cultural y social, comunicación, pero de manera personal también se hace necesario saber controlar el ego, mantener un equilibrio de las emociones, tener un sentido de responsabilidad, gestionar el trabajo en equipo, entre otras. Y tal como lo indicamos anteriormente, una base indispensable para ejercer un adecuado liderazgo es la ética, esa que revela una conciencia individual y un compromiso personal, y que responde a un alcance grupal, organizacional y cultural, que procuran cumplir con acciones justas e integras para el desarrollo de cualquier labor.

Todas las organizaciones cuentan con recursos tecnológicos, financieros y materiales, pero que dependen de un equipo de trabajo humano que funcione adecuadamente. Respaldado en acciones responsables, con un compromiso por lo que hacen, y con una integridad que los identifique, como personas no solo capaces sino también comprometidas con su labor, ejecutando un desempeño respetable y que busca la excelencia, y respete los principios que fundamentan un buen actuar, aunque ello implique no siempre quedarle bien a todos. Ya que se trata de hacer crecer y dignificar las labores que realizamos y los objetivos de la institución que representamos. De esta manera un buen líder debe ser consciente que al cumplir con su rol de guiar un equipo de trabajo, se hace realizar una adecuada toma de decisiones, con prudencia, templanza, justicia y fortaleza. Dignificando lo que hace y construyendo una huella positiva del camino a seguir.



"Un verdadero líder asume los retos como suyos, su nivel de compromiso es igual que el de su equipo de trabajo. Se compromete de manera responsable y justa con su avance propio y los objetivos grupales. En el proceso logra que los demás hagan las cosas por convicción, no es fácil pero se logra con el ejemplo"




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